Pocas veces he estado por empezar un escrito y la cabeza no me ha dado para ver iniciar lo que quiero decir, y pues, es por ello que doy tantas vueltas.
He estado alejada desde hace una semana de las letras, de mi mundo y hasta de mí. La verdad no sé porqué aún quiero contarles esto, pero debo hacerlo, es como una terapia.
Cuando van pasando cosas a veces no tomamos los eventos, situaciones tal y como debemos o por lo menos con el estrés necesario para que no se convierta en distres, que es el “estrés malo” -por decirlo de una manera coloquial y hasta incorrecta-, que es el que nos enferma y nos hace perder la cordura.
Hace ya casi tres semanas paré en la sala de emergencia de un hospital agobiada e imaginando que moriría aquel día. No podía creer que mi cuerpo estuviera experimentando tal sensación. Era como estar muriendo de a poco. Mi corazón latía a mil por hora, mi respiración se agotaba y mi piel perdía color, según testigos. A veces no sabemos cuán traicionera será nuestra mente, pero así es cuando la dejamos irse de nosotros sin control.
Sí, nuestra mente que almacena y guarda información vieja, y que no sabemos cuándo aflorará para darnos la sorpresita de hacernos sentir vulnerables e indefensos.
Quizás piensen que estoy algo sensible y de pronto tengan razón. No supe manejar mis emociones, ni mi respiración y paré con un mal que según mi psicóloga no sabe como todo el mundo no lo padece con esta vida tan agitada: el ataque de pánico.
Así como lo escuchan, yo la más fuerte, valiente y llena de pensamientos positivos, pensó que estaba ante un mal incontrolable y de cierta forma, si no se solicita ayuda, no se sabe cuándo se saldrá del hueco. De hecho por querer salir de ese hoyo, luego de aquella emergencia, recurrí a la medicina tradicional y resulta que me hicieron varios análisis, pruebas para descartar cualquier anomalía y corroborar que se trataba de ataques de ansiedad.
Ansiedad con la que siempre he vivido, pues soy muy intensa, pero que en esta ocasión me puso al borde de no querer salir sola, no querer comer y llenar mi existencia de miedos incontrolables.
Parece que les estuviera hablando de un padecimiento de meses y resulta que les hablo de sólo ocho días, cuando empezó la crisis. Luego de ir a mi doctor, recibir medicación y creer que me la estaba devorando con aquellas pepas milagrosas, sin imaginar lo que venía.
Zolof y Xanax, supuestamente serian mis mejores aliadas. Y resulta que ni imaginé que estaba poniéndome a la orden de los demonios al ingerir tal basura. Cada píldora que mi cuerpo ingería era "supuestamente" en busca de la lejanía de los ataques de pánico o ansiedad que alguna vez pude controlar gracias al Zolof.
Debo contarles que hace ya tiempo luego de tener a mi hija estuve deprimida y tuve que solicitar algunas prescripciones médicas, sólo que en aquella ocasión además de consumir medicamentos busqué otras alternativas, como hacer ejercicios, practicar yoga, sin percatarme de que la medicina no era la responsable de mi mejoría. Sin embargo atribuí a las pepas mi salida de la depre.
Y saben qué amigos, no saben cómo viví la semana pasada. Estaba a punto de creer que perdería la razón, pero la verdad con la ayuda de seres muy especiales en mi vida salí adelante.
El apoyo de mi Faby y su manera de no dejarme caer, de sus cuidados y mimos. Las palabras de mi hermana que fueron fundamentales y sus ataques de paciencia, junto con los conocimientos de su Rubén, me hicieron sentir paz.
Lo fundamental de mi salida del hueco fue haber tenido el instinto de ir donde un “Ángel” con cuerpo de humano y su esposa Mónica. Ambos me rescataron de los químicos.
Literalmente como se los digo: en mi vida jamás he consumido narcóticos, nunca. Y saben que las medicinas que me habían mandado para mi ansiedad me estaban llevando por el camino equivocado.
En mis días de reflexión, explosiones, llanto, búsqueda, recaídas, masajes y crisis, logré entender que los efectos secundarios de las pastillas que me mandaron estaban acabando con la Carolina que ustedes conocen. Recordé mucho la muerte de Anna Nicole Smith originada por una sobredosis de calmantes y antidepresivos, también la reciente pérdida de Heath Ledger.
Una cree que jamás le ocurrirá lo que escucha y ve por allí, y somos tan vulnerables que aunque seamos quienes seamos, tengamos lo que tengamos o vivamos donde sea, somos capaces de estar al lado de la tentación, el peligro y el demonio sin saberlo.
Es que no lo van a creer, me acordé de Britney Spears y de sus entradas a “rehab”. No imagino cuántos químicos ha de tener su organismo. Es que de verdad me dio por querer colaborar, aunque sea retransmitiéndole información a esa gente que recurre a pastillas en busca de mejoría, por lo menos para menguar la ansiedad y los ataques de pánico.
Yo me rehúso, luego de ver los síntomas que me generaron las pastillas antidepresivas, a volver a ingerirlas. Se me fue el apetito, vomité todo lo que debía vomitar en mi vida y de verdad no encontraba sino intranquilidad en mi interior. Tenía mucho miedo de no vivir o de perder la razón.
De verdad le estoy eternamente agradecida a “Bodysense”, para mí, “mi centro de rehabilitación”, y a la sabiduría de Ángel, quien me sacó de ese agujero dándome las herramientas para poder desintoxicarme de adentro hacia afuera.
Aún sigo limpiando cosas y entendiendo el proceso. Tengo hasta ayuda de una psicóloga para manejar mi ansiedad, que en realidad es una respuesta de mi cuerpo para que me tome la vida con “soda”, de verdad.
En el libro “El Secreto” también he encontrado cosas que quizás no había internalizado. Eso que aseguran los estudiosos y filósofos que colaboraron con la reconocida publicación: que somos un imán y atraemos lo que queremos.
Una vez recuerdo que mi prima Carolina Bello, luego de la muerte de su hermano, mi primo hermoso, me dijo al saber sobre mi miedo de ver espantos, fantasmas y esas cosas, que la mente es la computadora mas avanzada del mundo. Y es cierto, porque nuestra mente controla todo, absolutamente todo en nuestro acontecer diario. Ella es la jefa de lo que nos planteamos.
He estado haciendo mucha terapia espiritual, emocional y entendiendo que una debe hacer lo que le haga feliz de verdad y no lo que haga feliz a los demás. No debemos tener luchas interiores o por lo menos si la tenemos, que las podamos controlar. Esto pasó y no regresará. Me rehúso a que vuelva, no a mí, no a la mamá de Bárbara Camila.
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