
No nos queda duda que la sociedad se mueve y la vida cambia. Hoy fuimos testigos de una confesión que modificó el rumbo de las noticias. A través de una red social Ricky Matin decidió gritarle al mundo su preferencia sexual. Leer de su puño y letra: "Acepto mi homosexualidad" fue glorioso. Grande, tan grande como lo que debe haber significado para él, su familia y amigos. Saberlo dichoso, complacido y en paz no tiene precio. No existe un solo medio de comunicación del mundo que no haya reportado la noticia. No existe un solo ser en el planeta que sea indiferente ante tal impacto mediático.Sin duda ésto marcará un precedente a la hipocresía, a la omisión de información y a la mentira. Hasta cuándo hay qué formar parte de pensamientos retrogradas? Hasta cuándo debemos cargar con la lucha de quienes no se expresan por miedo al rechazo? La verdad es que somos seres únicos y pensantes. La sexualidad no condiciona los talentos ni las deficiencias. No es posible seguir escuchando frases como: "Es que si se sabe que determinado galán de novelas es gay, no será tan querido". Es falso pensar que la señora que ve la novela o la muchacha que compra un CD no lo hará porque su artista sea homosexual. Es absurdo y hasta ignorante colocarnos en esa postura en el año que vivimos. Adoro la felicidad de Ricky Martin. Soy una de sus seguidoras. Amo sus tiempos y respeto su silencio y también su ataque de sinceridad. Obviamente sus motivos habrá tenido y quien lo vive es quien lo cuenta. Amo que Ricky Martin sea un hombre con patalones bien puesto y con esa bondad tan maravillosa. Amo su verdad y su naturaleza. No me queda duda que hoy lo admiro más que ayer y menos que mañana. Amo su inventario y su vida loca.Eso es lo que necesita el mundo un millón de Ricky Martin, no a lo machos que andan regando hijos sin conciencia. Bien por Ricky!