Definitivamente soy una convencida que tengo a las mejores mujeres del mundo en mi vida. De hecho siendo un poco egoísta con las demás mujeres del mundo que al igual que yo piensan lo mismo, sé que estoy rodeada de las más valiosas, valientes y aguerridas féminas del universo.
No me cabe la más mínima duda sobre el por qué mi vida lleva nombre de mujer: Desde que nací supe que Dios me había otorgado a la madre que me dio porque de ella aprendería la puntualidad, la dignidad, el perdón, la oración, el amor y todo lo que soy, decirlo sería pasarme algún calificativo y ella es simplemente Amalia.
Imaginarme mi historia sin haber tenido a mi bella abuela. La abuela a quien me disfruté como loca y a veces siento me faltó más tiempo. Les confieso que hoy día sigo conversando con ella en sueños y desde donde está sé que me guía en cada acción.
Mis tías han sido fundamentales en mi crecimiento. Cada una con una personalidad especial, autentica y mágica. Carmen, María y Ana. Esos nombres en mi existir tienen cada uno un significado.
Empecemos con Ana que se desde donde Dios la tiene estará diciendo “cuidado con lo que escribes”, nos enseño que todo es posible, para ella un NO jamás existía, ella era absolutamente orden, perfección, rectitud y amor. Su amor era estricto, pero a la vez divertido. Aún recuerdo sus sabias y pulcras palabras. Cada coma en su lugar, cada signo de puntuación y cada letra donde va. Ana es quien hizo a mi mamá, como quien dice la guerrera mayor de las Guzmán.
María el consentimiento, la risa, las jugadas en el piso, la niñez eterna, es que mi tía María es muy ella, muy como le da la gana, quién no la adora con su cuentos e historias. Y por supuesto de donde sale que yo quiera escribir éstas cosas hoy, luego de una de esas ricas y sabias conversaciones que tengo en mi etapa de mujer con mi tía Carmen.
Mi tía Carmen Teresa es sinónimo de humildad, de bondad, sencillez y mucho más, me quedo corta. Como le dije hoy si ella sonríe, quién no puede sonreír? Todos los que saben mis historias cercanas, saben a qué me refiero y es por eso que cada día sigo nutriéndome de cada conversación con mi tía Carmen.
Hoy conversando con ella hablábamos de los valores, de las bases de la formación y de todo lo que una debe aprender mirando el ayer de nuestros antepasados. En el caso de ella, me confesaba que le habría gustado ser como las hormiguitas: trabajar duro en verano y ahorrar para el invierno. Frase sabia y llena de experiencia.
Mi tía perdió hace muchos años a su Gustavo Enrique, hace ya mucho que él está con Dios y mi tía con una resignación y una inmensa fe ha llevado su vida con paz y calma. Verla es querer conversar con ella, sentir sus manos y ver su mirada llena de pura honestidad. Ella es una de esas mujeres de mi vida que adoro poseer en mi historia.
Detenerme en hablar de una sola de mis mujeres me parecen injusto para con las otras, porque hay tantas que no deseo dejar de mencionar a ninguna.
Mis primas hermanas, más hermanas que primas: Carola y Anahil, imaginarme sin ellas no tendría mucho sentido. Mariela y yo siempre hemos querido ser como ellas, en la etapa de los quince no existía un día que no soñáramos con alguna pintura de labios de la “Bello” para ver si lográbamos vernos como ella de espectacular. Anahil imagínense, el modelo a seguir: la buena hija, la buena hermana, la buena todo, o sea nuestra Anahil de Valle, de quien seguimos aprendiendo para ver si la emulamos a distancia.
Mariela, la pecosa, mi conciencia, con la mujer que más peleo en la vida y a una de las que más caso le hago. Sus palabras están llenas de tanta verdad que da asco. Cuando ella dice algo hay que prepararse porque será de tamaño de la consecuencia del acto. Ella es la palabra, la diferencia, ese punto entre el amor y la razón. No saben quién es Marielita en mi vida. La segunda madre de mi hija, por así decirlo conoció a Bárbara primero que yo, qué tal?
Y por supuesto cómo no mencionar a la mujer más importante de mi vida, la que decide qué hacer con mi corazón, alma y espíritu. Mi bella Bárbara Camila, quien me alegra mi todo y la que me recuerda que cada día en maravilloso y único a su lado. De ella he aprendido a reír como cuando una es niña sin hora ni fecha en el calendario. Ella es mi mejor amiguita, es también mi mejor juez, a su manera me recuerda todo lo que hago bueno y malo. Bárbara es tantas cosas a la vez que mejor les digo a groso modo que así es mi Barbarita.
Es que Dios me premio, me ha dado la dicha de tener a las mujeres más bellas y buenas del mundo en mi historia. Y conste que acá no hay espacio para seguir nombrando a tantas otras de las que sigo aprendiendo como mi tía Mireya, Alida, Cruz, mi Rosa Rosita, mi vecina de siempre Chacha y su combo y todas las demás mujeres que he tenido que conocer para ser quién soy hoy día.