martes, 11 de septiembre de 2007

Aún huele a cadáver ...





Un día como hoy era una recién habitante de éstas tierras lejanas a Venezuela. A ésta hora conducía rumbo a Univisión, una de las cadenas hispanas más reconocidas a nivel hispano porque realizaba trabajitos free lance.

Imagínense que mientras escuchaba la radio y decían lo que pensaban sucedía supuse dentro de mi que algo malo grande pasaba.

No paraba de llorar. Me sentí en el lugar más lejos de donde deseaba estar de corazón. Tenía muy poco días viviendo en los Estados Unidos y estaba llena de sueños.

Cuando llegué a Univisión y ví en las grandes pantallas de la recepción a las maravillosas torres que mis ojos vieron en Enero de ese mismo año, incendiadas y casi partidas mis ojos no daban fe de lo que veían.



Dios, no podía creer que estuviese pasando lo que estaba pasando. Me parecía horrible pensar que tanta gente que había salido a trabajar murieran inocentemente por una palabra que no existía en mi diccionario: terrorismo.

Y de verdad, aún a pesar de tantas investigaciones y de un culpable reconocido, muchas personas conocedoras de inteligencia, aseguran que en el 9/11 hay muchos “Expedientes X” que jamás conoceremos.

Sin especular y tratando de dejar el factor rumor de un lado, la única verdad acá es que la historia del mundo cambio. Que miles de niños se quedaron sin sus papas. Muchas madres jamás llegaron y muchos niños quedaron atrapados en sus guarderías.

Es que nos quedamos cortos con las descripciones de ese día. Todo lo que podamos a ver visto, escuchado o leído es poco. Hay tanto dolor y olor a cadáver en este 9/11 que es redundar en el dolor.

Me quedo breve, me quedo muda y sin adjetivos. Los verbos se me quedan atrapados en el alma y los sujetos inundan mi cerebro. Que en paz descansen tantas almas que murieron en medio de una guerra que ni conocian.

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