viernes, 23 de marzo de 2007

"Dale, dale a la piñata"

Cambiando de canal en días pasados me encontré el show nocturno de Jaime Bayly. A quién admiro desde mi anonimato y respeto. Su desparpajo, carisma y humor negro, son cualidades que enamoran a nivel periodístico.
Entre los temas que escogió en su usual monologo tocó el maravilloso tópico de las piñatas. De manera graciosa sobre esas épocas de piñatas y no pude dejar de pensar en esos fabulosos días de “dale, dale, dale a la piñata”.
Quién no ha tenido una piñata ? Es que no haber tenido piñata, es como no haber comido caramelos. La piñata es como un símbolo de la niñez, como ese recuerdo chévere de la infancia.
Jaime Bayly, señalaba la rabia que generaba el hecho de que el día de fiesta de cumple a la hora de “la piñatita”, aparte de que le destruían al homenajeado a su muñequito favorito, no le dejaban sino unos cuantos juguetitos y caramelos de su propia piñata.
El caso es que, no hay nada como una linda “piñata”. Mi hija ama las piñatas y para decirles la verdad, debo comprar dos, porque una es de ella y otra es para los invitados.
Qué tal? Me sale cara la niña. Pues a mi hija no le gusta que le rompan la cara de la figura que elija. Le causa molestia y pues yo sigo sus órdenes al píe de la letra.
De hecho hablando en serio, una psicóloga infantil le comentó a mi madre que no era saludable hacerles los cumpleaños a los pequeños de sus ídolos de dibujos animados.
Pues, ver cómo son desfigurados, desbaratados sus muñequitos en el momento de tumbar la piñata, podría generar traumas más adelante irreparables.

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